Otero de Sanabria |
Y esto gracias al invierno, que ha hecho posible la renovación: sus garras frías y mortecinas han impedido por momentos casi cualquier forma de vida, creando cierto desconsuelo alrededor, inundando el paisaje de un silencio a veces aterrador, proveyendo del descanso que la tierra necesita para recuperarse. Ahora un nuevo ciclo de vida se abre y la primavera empieza a aparecer, a teñir con sutiles pinceladas de color y de olor los campos. Y entonces, como si de un milagro se tratara, el paisaje sabe a vida y a emoción y a frescura y a novedad....¡y a deseos de cabalgar nuevas aventuras!
Paloma Martín.